- Oct 06, 2025
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El Gobierno de México, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, anunció un aumento significativo en los aranceles a los autos chinos, lo que ha generado una fuerte reacción por parte de China. La medida, que busca proteger la industria automotriz nacional, contempla tarifas de hasta el 50% para vehículos importados desde el gigante asiático.
La respuesta desde Pekín no se hizo esperar. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China manifestó su rotundo rechazo a la propuesta mexicana, señalando que el país norteamericano está cediendo ante la coerción de Estados Unidos en plena guerra comercial global. El portavoz chino Lin Jian aseguró que China "protegerá decididamente sus derechos e intereses".
Para Pekín, esta iniciativa mexicana es una muestra de cómo Estados Unidos ejerce presión geopolítica sobre sus socios para contener la expansión comercial china, especialmente en América Latina.
La iniciativa del Gobierno mexicano, parte del llamado Plan México, plantea un incremento de aranceles promedio del 16,1% al 33,8%, con techos de hasta el 50%, en el marco de las regulaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estos nuevos aranceles afectarían no solo a autos importados desde China, sino también a productos procedentes de India, Indonesia, Corea del Sur, Rusia y Tailandia, países que actualmente no tienen un tratado comercial con México.
Industria automotriz (autos y autopartes)
Sector textil
Industria siderúrgica
Vidrio, acero, papel, cartón
Cosméticos, perfumes y jabones
Motocicletas y calzado terminado
Ante la polémica, la presidenta Claudia Sheinbaum negó que la decisión esté influenciada por una agenda geopolítica impulsada desde Washington. En su conferencia matutina, la mandataria aseguró que el objetivo es "fortalecer la economía nacional" y proteger más de 320,000 empleos en riesgo debido a la competencia desleal por la importación de productos con precios artificialmente bajos.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, también defendió la medida afirmando que no se trata de una represalia política, sino de un ajuste dentro de las normas del sistema comercial internacional.
China ha advertido que este tipo de políticas podrían reducir la confianza de las empresas chinas para invertir en México, en un momento en el que el país asiático se enfrenta a restricciones similares en otras regiones del mundo, como la Unión Europea y Brasil, que han endurecido sus políticas comerciales frente al auge de los autos eléctricos chinos.
En lo que va de 2025, México se ha convertido en el principal destino de exportación de vehículos chinos, superando incluso a Rusia, según datos de Bloomberg. En el primer semestre del año, llegaron al país más de 280,000 unidades, lo que representa un aumento del 24% interanual.
Actualmente, China es el segundo socio comercial de México, después de Estados Unidos. Las importaciones mexicanas de productos chinos casi se han duplicado en la última década, lo que ha generado un creciente déficit comercial.
Este panorama ha sido duramente criticado por Donald Trump, quien ha acusado a México de ser una puerta trasera para la entrada de productos chinos al mercado estadounidense, en medio de la prolongada guerra comercial entre EE.UU. y China.
La propuesta arancelaria podría afectar importaciones por un valor de 52,000 millones de dólares, equivalente al 8,6% del total de compras mexicanas al extranjero. Sin embargo, el Gobierno asegura que se realizó un análisis técnico para evitar efectos inflacionarios, y que muchos productos quedarán exentos del nuevo esquema.
Además, se anunció recientemente la eliminación de ventajas fiscales para la importación temporal de calzado terminado, argumentando que genera una competencia desleal para el sector nacional, que emplea a más de 130,000 trabajadores.
Aunque la medida aún debe ser aprobada por el Legislativo, el aumento de aranceles a autos chinos en México abre un nuevo capítulo en las complejas relaciones comerciales globales. Mientras que China lo ve como un acto de sumisión a EE.UU., México lo justifica como una política legítima para reactivar y proteger su economía nacional.
Lo cierto es que la medida refleja el creciente dilema de los países latinoamericanos: cómo equilibrar sus intereses comerciales entre las dos grandes potencias del mundo sin quedar atrapados en el fuego cruzado de una guerra económica.